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Kiko Alcázar posee un talento desbordado que cautiva con una sola mirada a su obra y que le condujo de un modo natural, orgánico e intenso, a convertirse en un auténtico maestro en el uso del Photoshop, convirtiendo esta herramienta en un Arte con mayúsculas. Sus obras, brillantes y con claro éxito a nivel internacional, habiendo incluso sido galardonado por la Tate Modern en Londres; destilan entre otras muchas cosas, sofisticación e ironía. Aúnan su pasión por el dibujo y su destreza y talento utilizando como herramienta su arte digital, para componer todo un mundo personal y fantástico. Para Kiko Alcázar, la imagen, da juego a ironizar sobre la vida. Muy lejos de utilizar el Photoshop para esconder, le da un uso que lleva muy conscientemente al abuso inteligente, creativo y sensible, como parte de su creatividad y forma de ver la vida; resaltando exactamente eso, “el no engaño”, según las propias palabras del artista. Genera así un mundo de realismo digital y fantasía, en el que la humanidad, sensibilidad y los generosos sentimientos de Kiko Alcázar destacan junto a su originalidad extrema y talento, que se vierten sobre rostros, cuerpos y objetos fotografiados por él sobre fondos blancos, para crear su propio universo personal lleno de luz y plagado de color, que construye como por arte de magia unos personajes magnéticos, inmersos en atmósferas, paisajes y ambientes que parecen de otro mundo. Un mundo que puede cautivar desde la primera mirada por su intensidad, fuerza y originalidad.

En FantásKiko, el artista demuestra como en su mundo todo es posible. Invita a soñar y a transformar la realidad. Kiko Alcázar logra humanizar el arte digital. Para él, según sus palabras, la imagen, como la música, constituyen armas para expresar con ironía y color, la reivindicación de grandes conceptos de libertad. La provocación, el Arte, ha de tener también la capacidad de abrir los ojos a nuestras pequeñas burbujas.

Elvira Granados



 


 
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